A la memoria de una esposa amada
que
mi consuelo en la desgracia era
consagra
el alma musa lastimera
y
llanto amargo sobre tumba helada
EL AMOR DE MI QUERIDA PANCHITA
El
amor sincero
con
que me quería,
desinteresado
y de
simpatía.
Ese
tierno afecto
y pura
alegría
que me
manifestaba
cuando
me veía.
Las
dulces caricias
que
siempre me hacía,
cuando
en mi regazo
descansar
solía.
El
placer y fuego
con
que me decías
“soy
tuya y te adoro
siempre
el alma mía”.
El
cariño intenso
que
por mi sentía,
y
gusto y contento
en mi
compañía.
Que si
la besaba
feliz
se creía
y por
una Reina,
no se trocaría.
Y el
alma a sus ojos
hermosos
salía,
y su
bella boca
de
placer reía.
Y su
honesto pecho
que en
mi amor ardía,
contener
su impulso
apenas
podía.
Pues
su corazón
con
fuerza latía,
cuando
de mis labios
el
tacto sentía.
Y
siempre a mi lado
de
noche y de día
velaba
mi sueño
si
acaso dormía.
En mi
enfermedad
ella
me asistía,
que
amante sensible
mi mal
le dolía.
Por
qué adversa suerte
ya me perseguía
y
azares y penas
conmigo
partía.
Su
amor y constancia
no disminuía
y con
mis desgracias
su
afecto crecía.
Y
cuando cercana
ya de
su agonía
en
nada del mundo
( ¿?) pensaría
En
vista del llanto
que mi
alma vertía
brillaron
sus ojos
de
amor, y decía
por
señas “te amo”,
y a la
tumba fría
llevare
el afecto
que
feliz me hacía.
Que
extraño es que llore
si la
aflicción mía
la
causa la muerte
que en
funesto día
se llevó
la esposa
que
tanto quería,
y con
sus virtudes
y
amor, me creía,
feliz
en el mundo
cuando
ella vivía
Y ya
desgraciado
sin su
compañía
enfermo
y con hijos chicos todavía
Solo
espero penas y pesares,
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